lunes, junio 18, 2012

Gashinas in the B

Minutos después de que el Chori Domínguez guardara la pelota en las manos del arquero rival dilapidando la solariega ventaja deportiva nombrada sustantivamente como penal e inmortalizara el definitivo desenlace: Patronato 1 - River 0, sonó en La Rockola 107.7 la agraciada “La guitarra y el bolsón” del cantautor rosarino Pablo Dacal. Este hecho casual (me consta ya que soy el programador de dicha emisora) toma mayor holgura cuando en el estribillo de la canción se oye: “con tanto amargo alrededor, ando con azúcar por ahí, no sea cuestión…”. Con la amargura indicada, que pretendemos asociar entre canción y acto futbolero, no ostentamos intención de fustigar distintivamente al jugador que malogró el penal ya que consideramos que le puede pasar a cualquiera, en efecto le ha pasado a Maradona, Riquelme, Delém…y tantos otros. Aquí la amargura se ve propagada en las caras de toda una muchedumbre en el instante preliminar a la ejecución del penal, hinchas de River, compañeros de Domínguez y hasta el mismísimo entrenador dejan ver en sus gestos que los invade el mas cruel de los espantos. El miedo a que la pelota no entre. La desconfianza es desmedida. Cientos de personas simpatizantes de un club de fútbol dudando -en el momento más significativo- de uno de sus principales jugadores. El temor inocultable, el temor propio de los vacilantes. Cierto temor que suele ir de la mano con la amargura. Es por eso que el término amargo es usual en las hinchadas al momento de referirse a determinados rivales. Concretamente a River no se lo llama amargo. A River se le dice otra cosa, y son los de Boca, claro, los que nunca se cansan de apodarlos, a los primos, con ese otro famoso vocablo.

Pero esa añeja palabrita que utilizan los de Boca para aludir a los de River tiene que ver, en definitiva, con una consecuencia futbolística. No así en el caso contrario. Los de River a los de Boca le dicen bosteros. Y tiene una explicación, si queremos, histórica.

Cercano a los terrenos donde Boca Juniors practicaba el juego del fútbol a principios del siglo XX se encontraba una eventual fábrica de ladrillos, estos eran fabricados en hornos con, entre otros componentes, bosta. Piensen el olor que emanaba en las cercanías de la cancha de Boca al momento de la cocción de los ladrillos. Pasadas unas cuantas décadas de los tiempos de la fábrica de ladrillos con Boca ya afincado en su querida Bombonera, una tarde de clásico se taparon las napas y el estadio se sumió en un aplastante olor a, literalmente, mierda. De ahí la sentencia de: bosteros. Como vemos nada tiene que ver este despectivo apodo con razones futboleras, ni tampoco hace alusión al fútbol la otra -más despectiva aún- manera que tienen los de River para dirigirse a los de Boca. Nos referimos puntualmente a los cánticos racistas que, pese a ser los iniciadores, no son propiedad exclusiva de los de River. El más grande hit que entona la muchachada riverplatense en contra de Boca reza más o menos así: “que feo ser bostero boliviano, y en una villa tener que nacer, tu hermana revolea la cartera, tu vieja chupa pijas por ahí. Bostero bostero bostero, andate a vivir a Bolivia, bostero bostero bostero, toda tu familia está ahí.” Demás está aclarar que esto tampoco tiene que ver con el fútbol.

El conocido partido con Peñarol, las finales y semifinales perdidas a lo largo y a lo ancho de toda su historia, la tarde del último sábado con Patronato, su descenso y casi toda su estadía en la B y tantos otros momentos futbolísticos (ahora si estamos hablando de fútbol) revalidan el alias que le regaló Boca a River: gallinas. A River siempre le gustó ufanarse ante los equipos chicos, River autoprlocama su estilo vistoso que en verdad nunca termia de manifestar frente a un oponente en serio, es decir: ¿quién lo vio a River jugar alguna vez como El Barcelona, el Ajax de Cruyff o El Huracán del 73 contra algún equipo brasilero, uruguayo o ingles? Su virtuosismo queda  acá adentro y con los clubes dóciles. Bueno, en este último año ni siquiera eso. Así y todo seguro que el millo va a ascender, porque como dijo Juan Román Riquelme “River es un grande y en cualquier momento va a volver a estar con nosotros” Que así sea, desde acá le tiramos unas frases de aliento robadas de la canción de Pablo Dacal. “Frente a mi nariz tengo un león que me dice: si estás asustado hay que rugir”.

sábado, junio 02, 2012

Román

La primera vez que Juan Román Riquelme se puso la camiseta de la selección mayor fue el 16 de noviembre de 1997. A los 19 años, en la cancha de Boca y contra Colombia. Entró por Gallardo, fue el último partido antes del mundial de Francia 98. Obviamente, como no podía ser de otra manera, Passarella no lo llevó. Era muy chico pudo haber sido el desatinado pretexto, y no olvidemos, por otra parte, que aquella selección preservaba en su gran mayoría a jugadores de River.

Luego llegó el tiempo del entrenador mejor considerado - al evaluarse su conducta como persona- de la historia del fútbol, y también el más vacilante al momento de revelar su suficiencia: Marcelo Bielsa.

Solo cinco partidos en la Copa America 99 jugó Román en la era Bielsa. Lo cambió por Verón, quien era -según el loco- más congruente con su fórmula operativa. Entiéndase esto como justipreciar la táctica por sobre la técnica, olvidando de esta manera, irresponsable y presumida, que en definitiva los que juegan son los futbolistas. No lo llevó al mundial de Corea -Japón.

El 3 a 0 a Brasil en la cancha de River, con el taco a Ronaldinho y el zurdazo al arco de Dida, fue, por fin, el salvoconducto directo para el primer mundial de Román. Alemania 2006 con José Pekerman al mando.

Luego de jugar un gran mundial, en instancias de octavos de final, en el partido más importante contra Alemania, cuando más se lo necesitaba, Pekerman lo sacó por Lucho Gonzalez. El resto es historia conocida. Después empezaron a cuestionarlo los mismos imbéciles que hoy cuestionan a Messi, Román no soportó la presiones y renunció, dijo que lo hacía por su madre.

Con Basile fue el mejor momento de Riquelme en la selección mayor, injustamente se perdió la Copa America 2007 en la final con Brasil, y a todas luces esa, la del Coco, fue la última gran selección.

Vinieron los tiempos de la mano negra del dios Maradona y Román otra vez renunció, en este caso fue por su amigo: el Coco Basile. Yo tengo códigos, dijo. En verdad quiso decir que tenía principios, que era íntegro, incorruptible, y que estaba dispuesto a resignar otro mundial por defender sus principios. La cama que le tendieron a Basile es compatible con la coyuntura inmunda que se percibe en el seleccionado y en el fútbol argentino en general. Que Sabella no lo haya convocado para jugar con Ecuador es parte de esa misma táctica cobarde que antaño cultivaron los antecesores de Pachorra, dentro y fuera de la cancha.

jueves, septiembre 22, 2011

Clasificados




El bobinavita vende la radio, el más bovox de la ciudad da un paso al costado. ¿Quién va a comprar semejante sancocho? Es un dogmático interrogante. El audaz interesado deberá saber, al momento de la transacción, que la radio viene con un paquete difícil de seguir sobrellevando: veinticuatro horas de música pedorra musicalizadas por inexpertos en la materia musicalización pero muy efectivos a la hora de seleccionar…música pedorra; locutores empalagosos que no venden ni un buzón; programas con nombres tan llanos como la tarde de, la nueva mañana de y la noche de; y lo peor de todo: el comprador deberá lidiar con la reververancia del viejo gordo propietario y su mediocre estilo de hacer radio. Estilo que decanta en esta palpable decadencia de los últimos veinte años. De cualquier manera le deseamos suerte al intrépido comprador, si es que existirá alguno, quizás se la pueda sacar por una heladera (así alguna vez vendió un pasquín). Ciertamente, la radio, no debe valer mucho más.

jueves, septiembre 08, 2011

Billordo, desde las 23 junto a Los Cataclismos. sabado 10 sep Costa Barcelona, km 3 de la laguna






Billordo es un trío comandado por Diego Billordo: guitarrista y cantante. Nativo de la inquietante ciudad de La Plata y con actual base en Capital Federal, Billordo se ha sabido ganar un terreno dentro del under a puro low fi y do it yourself. Con Eleven Palace Hotel, su cuarto disco publicado el año pasado, cierra un circulo transitado a fuerza de perseverancia e independencia absoluta que lo catapulta hacia la cúpula más alta del indie rock argento. Arrancó en los noventa con la banda Ned Flanders y no paró hasta desarrollar este -su proyecto anhelado en años- con el cual se viene presentando prácticamente por todo el país. Vía MSN o Facebook el mismo Diego Billordo arregla las fechas, mediante la pc y la portaestudio graba sus discos; así y todo sus videos aparecen en mtv y su nombre es reconocido como uno de los más importantes del circuito indie.
Influenciado por bandas como Sonic Youth, Pavement y Guided by Voices; su cacofonía noise no le hace asco al hip hop, la bosanova o el reggae. Sus letras siempre han salvaguardado una ostensible ironía que rosa cierto candor a través de dilucidaciones como: “Soulfly es una banda de metal/que está luchando por el metal/donde canta Max Cavalera” (Tan suave como Soulfly) Es un pecado mortal que este movedizo cantautor, con todo su rodaje a cuestas, todavía no haya marcado pisada en Chascomús. La espera terminó, este sábado amarra anclas en las reposadas aguas de Costa Barcelona.











Aníbal Paccione

Lo que importa está acá



martes, septiembre 06, 2011

Rockgate


Hace algunas semanas observé correr vía cut & paste en los muros de varios usuarios de Facebook, una leyenda que, palabra más palabra menos, rezaba o insinuaba algo así como que todos los músicos que tocasen en un lugar determinado (bares, clubes, etc) deberían exigir si o si una paga por parte de los propietarios u organizadores. El manifiesto, cuyo origen se desconoce, no daba más explicaciones, era así de contundente. Esto, y algunos artilugios (por no decir estafas) que me tocó sufrir por parte de dos músicos a través de SADAIC, me deja pensando en la gran confusión que existe en el momento de un recital y el circulo vicioso que este despliega: músico, organizador, propietario, sonidista, etc. Estoy hablando de lugares chicos y de bandas pequeñas, lo que daríamos en llamar según las épocas, los gustos y las modas: underground, under, independiente, indie y otra vez, etc. Hace poco también leía en Facebook una discusión que se generó en torno a un festival que se está organizando donde se invita a participar a todas las bandas que quieran hacerlo. El conflicto aparece cuando algunos músicos locales se ven molestos porque para intervenir cada banda debe abonar cincuenta pesos. El organizador se defiende alegando que es un festival independiente y que esa es la única forma de poder solventar los gastos que ocasiona, por ejemplo, el sonido. En dicha escaramuza, que reverbera en más de treinta comentarios, de nuevo olfateo cierto desconcierto. Está claro que un músico para tocar no debe pagar, como mínimo debe salir hecho. Pero también es super conocido eso de que en Bs. As. y en La Plata la mayoría de los lugares les cobran a las bandas, o les hacen vender cierta cantidad de entradas que para el caso es lo mismo. Algunas aceptan felizmente, otras no tanto, y otras ya no se dejan tocar el culo y salen en busca de otras ciudades como la nuestra por ejemplo. En Costa Barcelona, un lugar que de a poco (con todo lo que implica existir en Chascomús) se esta haciendo y que es el único que propone una banda todos los fines de semana, aunque algunos sigan diciendo que no hay movida rock y cosas por el estilo, lo que le proponemos al músico es llevarse la recaudación completa de las entradas. Se supone que la banda es quien lleva a la gente, el lugar ya lo tienen. Algunos aceptan, otros tienen otras exigencias las cuales si podemos las aceptamos y sino lo dejamos para la próxima. Y así se va armando la agenda con bandas locales y también de otras latitudes. La banda nunca se va con las manos vacías, esto siempre y cuando esté la posibilidad de cobrar una entrada, es decir, cuando el recital es adentro. Cuando es afuera la cosa es distinta porque el acceso es libre y se requiere un sistema de sonido importante. Pero jamás le cobramos un peso a las bandas, entendemos que hay otras formas de sustentar un recital desde la organización, por ejemplo: los sponsors.
Glastonbury, uno de los festivales más prestigiosos del mundo, empezó bien de abajo. Los organizadores eran dos campesinos que decidieron poner sus hectáreas a disposición de un festival donde se convocaba a bandas under (en ese momento) y así se juntaba a gran cantidad de fanáticos que asistían año a año hasta que se convirtió en lo que es hoy. ¿Cómo lo sostuvieron en el comienzo? Con sponsors. ¿Cómo se sigue sosteniendo hoy? Con sponsors. Jamás ninguna banda pagó una libra. Y hoy, las grandes bandas que pasan por allí, cobran los cachets más exorbitantes que puedan imaginarse. Lamentablemente está establecido como normal que una banda pague, no debería ser así, como tampoco los organizadores y propietarios de lugares no deberían comerse el garrón de tener que lidiar con músicos que se escudan detrás de la tan dudosa (por su irregular manera de trabajar) e hipócrita (por cohechos que se le han comprobado) sigla SADAIC. De cualquier manera también habría que revisar que es lo que quiere un músico a la hora de tocar, hacia donde apunta definitivamente. Y que es lo que quiere un organizador cuando lleva adelante un festival. La cosa está tan confusa que da la sensación de que o nos salvamos todos o nos matamos todos. Si nos fijamos arriba tiene razón Sergio Rotman cuando dice que los que manejan las multinacionales son unos capos porque lograron convencer a la industria y sacaron a los músicos del negocio. Para poder cambiar esta siniestra realidad habría que empezar de abajo, pero primero, fundamentalmente, habría que ponerse de acuerdo.

martes, agosto 30, 2011

Petegate


En estos tiempos de televisión berreta, donde no hay disparidad, donde todo se concreta de manera homogénea y la “información” es diferida a través de la repetición que genera el efecto dominó impuesto siempre por los mismos actores; en esta amalgama de mediocres y chabacanos donde todo es lo mismo y da lo mismo, ya no se diferencia la tragedia de la comedia, ya no hay contrastes, no se sabe donde empieza ni donde termina lo bueno, lo malo y lo feo. En este triste contexto Fantino conduce un programa de fútbol con periodistas deportivos y ex jugadores y otro de nimiedades faranduleras con gatos y personajes bizarros sin marcarse entre ellos variante alguna. Todo es lo mismo. Repercuten los mismos temas en programas tan disímiles como 6,7,8 e Intrusos; pasando por Televisión Registrada y Viviana Canosa. Ahora, gracias al affaire Alfano/ Massera los canallas de Rial y Ventura se convierten en detractores de la dictadura del día a la noche. Y lo peor: otros periodistas mucho más respetables les dan el visto bueno. ¿Increíble o patético? En estos tiempos de televisión degradante hay que bancarse escuchar -a un dinosaurio pseudo mafioso colaborador de los militares como Sofovich- basurear en cámara a un pibe que si bien como periodista deja mucho que desear es hijo de una desaparecida. Todo esto gratis. ¿Donde quedaron los informes periodísticos reveladores, quien le da un espacio a Osvaldo Bayer para que hable de la dictadura en serio? ¿Por qué los buenos periodistas deportivos aparecen en cuentagotas en los canales de deportes o en programas de radio y no tienen aparición masiva como los otros, los malos, que son junto a la AFA, los responsables de que en Argentina hoy se juegue tan mal al fútbol? No culpo a mi novia por sentir deseos (y luego arrepentirse) de empalar al colorado Liberman en la plaza mayor después de ver durante días el matutino de America conducido por el mencionado ufano de cabeza roja. Coincido con mi viejo en esa lúcida deducción perpetuada haciendo zapping de que Tinelli es puto, con todo el respeto que me merecen el resto de los homosexuales, incluso los que bailan en su programa. Y me pregunto. ¿Hasta donde va a llegar todo esto? Lo de Massera/Alfano/Sofovich superó todas mis expectativas. Sería interesante que se le contara a los pibes que Massera, además de cojerse a Alfano, en la misma época y desde la Escuela Mecánica de la Armada, fue el ladero de Carlos Alberto Lacoste, a quien le dio vía libre para que cree el EAM (Ente Autárquico Mundial 78). Desde allí Lacoste hizo y deshizo lo que quiso antes, durante y después del mundial de 1978. Gastó 520 millones de dólares para la realización del mundial, 400 más que España para la edición del 82; lo que incrementó un 29,10 % la deuda externa argentina. Desde River Plate, club en el que se cobijaba, Lacoste le impuso a Menotti la presencia en la selección del jugador Norberto Alonso, y mediante su amigo Joao Havelange, se catapultó hacia la vicepresidencia de la FIFA, cargo que ocupó hasta bien entrados los 80. Fue Lacoste también quien impulsó la llegada de Julio Grondona a la AFA, el tan cuestionado y actual presidente de la institución. Todo esto se lo dejó hacer Massera, mientras Graciela, seguramente, le daba lengua a la matraca. Está claro que lo que se discute hoy en la televisión es muy poco. Teniendo en cuenta que, además de estas historias futboleras, sobre el tema Massera hay mucha más tela para cortar. Treinta mil desaparecidos no es poca cosa. Pero pareciera que al gran publico de hoy le interesan solo los petes. O como, quien, a quien y donde los hacen.

miércoles, agosto 17, 2011

Una oración


Hay una oración berreta, hipócrita, taimada, bien de derecha (de la derecha por ignorancia y no por convicción), sin argumentos, sin fundamentos, inocua e inicua, vacía, ridícula; una oración utilizada hasta el hartazgo en los últimos tiempos, una oración que atrasa mil años cada vez que se la enuncia, una oración tan liviana como improbable que da asco, vergüenza ajena. Una oración irresponsable que repercute en las lenguas de los irresponsables de siempre, una oración criminal, abyecta, innecesaria, indefendible, insostenible. Una oración ingenua por naturaleza que irrita hasta la contradicción. Una oración dicha desde la ignorancia más extrema, desde los pasillos del conservadurismo más cabezudo. Una triste frase: “están alimentando vagos”.
El oírla es una experiencia perversa que; o bien nos lleva hacia replicas heroicas por yuxtaposición: “seamos libres que lo demás no importa nada” (Don José de San Martín dixit), o nos involucra definitivamente en un laberinto tan intrincado como el tratar de deducir si al cabezón (el hincha de Banfield pero que es de Lomas de Zamora) la merca le hace mal por mala o por buena.

lunes, agosto 01, 2011

Lo que fue: Lujuria en Costa Barcelona



Por Lucio Plorutti







Eléctrico. Como una corriente de 440voltios directo al sistema nervioso central, Lujuria shockea con un show lleno de adrenalina, vértigo y cruda energía; sin destilar. Fieles al origen del punk más intenso, este trío argentino contagia con su voracidad sonora que hechiza a sus intérpretes, poseídos por el poder del sonido que los envuelve hasta mimetizarlos con la distorsión de las ondas sonoras que emiten, dejando que esa energía los lleve a realizar un show bien polenta, veloz y sin estribos. Una bola sonora que crece con cada tema hasta llegar a un clímax aparentado con el descontrol de la cultura punk, inspirando al público a dejarse llevar, a perder el control también dejando que su música los lleve a soltarse, a desnudarse de todo prejuicio y timidez para experimentar “mucho de todo”, como su cantante principal y guitarrista Dohko dice.
Una voz que coquetea con la sutil tranquilidad y la agresiva explosión, un bajo tocado por Murphy que cubre muy bien los espacios vacíos puenteando el frenesí de una guitarra convertida en usina de sonido con una batería a la que Charles Monroe pone un ritmo arrollador, y a su vez llevadero. Lujuria no se privó de nada, brindando un espectáculo digno de su poder sonoro y la tradición roquera que los caracteriza, con una puesta en escena de pura espontaneidad, basada en dejarse llevar y perder el control para que ese torbellino sea lo más auténtico posible. No es una banda para quedarse sentado a escuchar, no. Invita a dejarse llevar, a fundirse con ese caos tan crudo y directo para liberarse y expresar toda la frustración en un pogo digno de la más pura libertad de expresión; primitiva, sin cánones ni pretextos, sólo sentir la música y dejar que ella sea la guía, el vehículo, la liberación.
Costa Barcelona, anfitriona inequívoca de lo realmente auténtico y distinto, calentó la noche helada del sábado con esta banda extrema dónde todos nos vimos afectados por el poder, lo áspero y directo de este trío que sólo siguió un orden claro, el de la más directa y pura expresión musical; haciendo que cada acorde sea una exclamación, cada alarido una plegaria, cada ritmo una avalancha. Con promesas de regresar a hacer vibrar la laguna, Lujuria dejó su impronta grabada en los tímpanos que aún hoy resuenan de tanta potencia sonora.